Parece que fue ayer cuando medio mundo se abalanzaba sobre Turquía y su Presidente, Recep Tayyip Erdogan, por no ser lo suficientemente asertivos frente al conflicto sirio. El país se mostraba cuanto menos renuente – y cuanto más completamente opuesto – a intervenir en el nuevo escenario que la coalición internacional contra el Estado Islámico (Daesh, una de las posibles transliteraciones del acrónimo árabe ‘ al- Dawla al-Islamiya fi al-Iraq wa al-Sham ‘) concretaba en Siria e Irak. Algunos de sus motivos eran más que evidentes, otros resultaban más difíciles de confesar . Lo que a nadie pasaba desapercibido era que la ‘cuestión kurda’ ocupaba un lugar central en cualquier planteamiento estratégico y debate entre oficiales turcos. Y no ha dejado de hacerlo, ya que ha sido precisamente un atentado relacionado con los kurdos lo que ha impelido al país a plantarse y poner en obra un importante vuelco en su política exterior. Imposible concebir que un gobierno ultranacionalista...
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