A lo largo de 2015, los ciudadanos turcos, azuzados por su Presidente y hombre fuerte Recep Tayyip Erdogan, acudieron en dos ocasiones a las urnas para decidir sobre la composición de su Parlamento, la Gran Asamblea Nacional Turca. Tras los segundos comicios, el partido de Erdogan, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), vio como se esfumaba su mayoría. Miles de votantes, que en un momento acudieron a las urnas convencidos por los mismos motivos que cegaban a muchos en Europa y más allá – modernización sin parangón, crecimiento económico envidiable, acercamiento a las instituciones europeas (de iure y no de facto) -, habían perdido la ilusión. Consideraban que se había roto el contrato social, y demostraban así su hastío para con la figura personalista de un Erdogan que ha dominado la política turca durante más de 14 años, envalentonado por el fantasma de la demagogia simplificadora que recorre el planeta.
A blog on Middle Eastern affairs... and everything related to it.