(Junto con Beatriz Lecumberri)
“No entiendo por qué tanto bullicio por las palabras de Trump sobre Jerusalén”, dice con parsimonia Moshe, un judío sefardí que llegó a Jerusalén siendo adolescente, procedente de Turquía. “Llevo más de 60 años viviendo en Jerusalén con el convencimiento de vivo en la capital del pueblo judío, en la ciudad donde se condensa nuestra esencia, nuestra historia, nuestra fe. El discurso de Trump es un paso natural que Estados Unidos y otros países tenían que haber tomado hace tiempo”, agrega este profesor jubilado.
Protestas contra Trump e Israel en Gaza este viernes. (EFE)
Su sentir es compartido por una parte importante de la sociedad israelí. Para estos ciudadanos, las palabras del presidente estadounidense reconociendo a Jerusalén como capital de Israel les reconfortan y corroboran una certeza. “Es un gesto importante que nos alegra mucho, aunque Trump no sea imitado por otros países. Estados Unidos lleva en gran parte la batuta del mundo y su decisión tiene gran valor. Mi miedo ahora es que haya un levantamiento palestino, una nueva Intifada”, afirma a este diario Sara Abramovich, madre de familia nacida en Jerusalén.La pregunta es quién ocupará el lugar de EEUU en el proceso de paz. Hay una posibilidad de que el proceso sea más auténtico
Los judíos reivindican Jerusalén como la capital única e indivisible del pueblo judío. Al mismo tiempo, los palestinos aspiran a ver Jerusalén-Este convertida en la capital de su futuro Estado. Esta parte oriental o palestina de la ciudad fue ocupada por Israel tras la guerra de 1967 y anexionada posteriormente, un hecho que la comunidad internacional jamás ha reconocido. La decisión de Trump rompe por tanto el consenso de la comunidad internacional de esperar un acuerdo de paz definitivo entre israelíes y palestinos para decidir el estatus de Jerusalén. Estados Unidos se convierte además en el único país del mundo que instalará su embajada en Israel en Jerusalén ya que la comunidad internacional tiene sus embajadas en Tel Aviv.
Protestas en la comunidad musulmana tras el anuncio de Trump. (EFE)
“Trump ha dado a (Benjamin) Netanyahu un regalo de Navidad envenenado. Reconocer como capital una ciudad que no tiene fronteras establecidas y cuyo futuro depende obligatoriamente de acuerdos entre las dos partes es como reconocer un pedazo de arcilla como la capital de Israel”, decía el analista Zvi Bar'el en el diario 'Haaretz'. “Seamos honestos, Trump no ha matado ningún proceso de paz. Sólo caminó sobre la tumba del proceso de paz, alardeando de que solo él se estaba atreviendo a declararlo muerto al reconocer a Jerusalén como capital, mientras que sus predecesores solo engañaron al mundo haciendo creer que iban a reanimar a un muerto”, agregaba.
Horas después de las palabras de Trump, el movimiento islamista Hamás amenazaba con lanzar una nueva Intifada para defender Jerusalén. Desde entonces, hay israelíes que sienten renacer los miedos de la segunda Intifada, marcada por los atentados suicidas palestinos en autobuses, restaurantes o mercados, y evitan ciertos lugares demasiado concurridos. “Igual es casualidad, igual no, pero hemos visto un bajón claro en el número de clientes desde el pasado miércoles”, afirma Yael, gerente de un café en un centro comercial del centro de Jerusalén.
El Gobierno israelí se ha congratulado por las declaraciones de Trump pero hay israelíes que no piensan como sus dirigentes. “Todo esto es una irresponsabilidad de Trump y de Netanyahu. Una manera absurda de complicarnos la vida”, afirmaba, pragmática, Maya Kubovich, una economista que trabaja en un importante banco de Jerusalén.
Para Nora B. la decisión de Trump no traerá “ningún cambio” en la vida diaria de palestinos e israelíes porque Jerusalén ya está anexionada. “Salvo que estalle una Intifada, las cosas seguirán como están pero lo que sí creo que cambiará es que finalmente Estados Unidos se ha quitado la careta. Washington nunca fue imparcial porque tiene muchos intereses invertidos aquí pero ahora su postura está clara y no podrá ser de nuevo mediador en un diálogo con los palestinos. La pregunta es quién ocupará ese lugar. Creo que se han destapado las cartas y hay una posibilidad de que el proceso sea más auténtico a partir de ahora. No lo sé, está por verse”, explica.
Un policía israelí en una refriega con una manifestante palestina en la Puerta de Damasco este viernes. (Reuters)
Los palestinos: del miedo a las protestas
Titulares, tuits, comentarios, llamadas de preocupación... Incluso antes de que Donald Trump pronunciara su ya histórico discurso en el que desoía décadas de consenso bipartidista en materia de política exterior, el miedo se convirtió en el nuevo marco para definir los acontecimientos que estaban por venir. ‘Tercera intifada’, ‘munición para Al Qaeda y Daesh’, ‘manifestaciones, enfrentamientos y muertes’ se apresuraron a decir. Pronto se olvidó qué representaba la decisión del presidente de los Estados Unidos.
Se decidió en un abrir y cerrar de ojos, espoleados por las propias palabras de Trump llamando a la calma, presentar el acontecimiento en términos de violencia, y no de violación del Derecho internacional y/o de legitimación de la colonización de tierras. Una amiga que ha decidido unirse a una marcha de protestas hacia el ‘checkpoint’ de Qalandia recibe un mensaje -“ten cuidado”-; su respuesta es simple y demoledora: “Ojalá nos cuidarais más vosotros”.
A veces únicamente me pregunto cómo se siente un ciudadano normal, tener un país, fronteras, líderes, aeropuerto..
Fatimah se unió a la protesta y estaba planteándose desplazarse a Jerusalén el viernes por la mañana. Cambió su foto de perfil de Facebook por una foto de la ciudad con la mezquita de Al Aqsa al centro, debatió una y mil veces con su familia y amigos. Pero, al igual que muchos de sus conocidos, ha convertido esta secuencia de acciones en un hábito cada vez que los palestinos reciben un golpe a su dignidad. A la indignación se unen el hastío y la resignación. Este es uno de los posts más compartidos estos días en Facebook – foro de debate público preferido por la mayoría de habitantes de Cisjordania y Gaza - por palestinos de distintas edades y condiciones (ha sido imposible localizar la autoría original).
“A veces únicamente me pregunto cómo se siente un ciudadano normal, tener un país, fronteras, líderes, aeropuerto, lo que sea que lo convierta en normal... Tener de verdad un lugar en el mapa sin tener que explicar por qué no está allí. ¡Ya sea para ti o para los demás! A veces me pregunto si somos las víctimas o si nos equivocamos. ¡Esto se está volviendo tan complicado hasta llegar a un punto de no retorno! ¿Retorno a qué, sin embargo? ¿Hace 1 día? ¿Hace 5 años? ¿A la Segunda Intifada? ¿A Oslo? ¿A la Primera Intifada? ¿A 1982? 1973? 1967? 1948? 1936? ¿O incluso antes? En realidad, no tengo una explicación para todo esto, y por favor no trates de explicármelo. Porque aunque me importa saber, no cambiará nada, porque así es como siempre ha sido, solo hablar, hablar y hablar ... ¡sin que nada cambie!”.
Una mujer cubierta de banderas israelíes baila por las calles de Jerusalén. EFE
Mientras que el liderazgo actual palestino -sobre todo en Ramala, pero también en Gaza- es el que representa ese espíritu y continúa inmerso en guerras intestinas que no hacen sino poner de relieve el inmovilismo, la ineficiencia y la ausencia de visión a medio largo plazo, una nueva generación de jóvenes que nació y/o creció con los Acuerdos de Oslo, y alcanzó la mayoría de edad durante la segunda Intifada -y ha comprobado por lo tanto a qué puede llevar la violencia y descoordinación-, ha vivido la mayor parte de su vida sin saber qué hay más allá del muro y sólo ha conocido una Cisjordania o una Franja de Gaza bajo ocupación o bloqueo.
Es precisamente la nueva generación la única que parece dispuesta a sacudirse cualquier rastro de Oslo y sus derivados. Hasta ahora pocos habían querido escucharla. Puede así, por muy paradójico que parezca, que haya un aspecto positivo del discurso de Trump: sus palabras firmaron el certificado de defunción de una entelequia en forma de expectativas de más negociaciones inútiles, y obliga a que el pueblo palestino reflexione sobre los siguientes pasos a seguir. Serán ellos, dicen, quienes decidan si quieren luchar por un solo Estado con igualdad de derechos o por dos Estados en igualdad de condiciones; quienes decidan si el mejor instrumento es el recurso a la comunidad internacional, el movimiento BDS, o la resistencia no violenta; quienes den una nueva oportunidad a la Organización para la Liberación Palestina u opten por un nuevo mecanismo de representación.
Los judíos reivindican Jerusalén como la capital única e indivisible del pueblo judío. Al mismo tiempo, los palestinos aspiran a ver Jerusalén-Este convertida en la capital de su futuro Estado. Esta parte oriental o palestina de la ciudad fue ocupada por Israel tras la guerra de 1967 y anexionada posteriormente, un hecho que la comunidad internacional jamás ha reconocido. La decisión de Trump rompe por tanto el consenso de la comunidad internacional de esperar un acuerdo de paz definitivo entre israelíes y palestinos para decidir el estatus de Jerusalén. Estados Unidos se convierte además en el único país del mundo que instalará su embajada en Israel en Jerusalén ya que la comunidad internacional tiene sus embajadas en Tel Aviv.
Protestas en la comunidad musulmana tras el anuncio de Trump. (EFE)
“Trump ha dado a (Benjamin) Netanyahu un regalo de Navidad envenenado. Reconocer como capital una ciudad que no tiene fronteras establecidas y cuyo futuro depende obligatoriamente de acuerdos entre las dos partes es como reconocer un pedazo de arcilla como la capital de Israel”, decía el analista Zvi Bar'el en el diario 'Haaretz'. “Seamos honestos, Trump no ha matado ningún proceso de paz. Sólo caminó sobre la tumba del proceso de paz, alardeando de que solo él se estaba atreviendo a declararlo muerto al reconocer a Jerusalén como capital, mientras que sus predecesores solo engañaron al mundo haciendo creer que iban a reanimar a un muerto”, agregaba.
Horas después de las palabras de Trump, el movimiento islamista Hamás amenazaba con lanzar una nueva Intifada para defender Jerusalén. Desde entonces, hay israelíes que sienten renacer los miedos de la segunda Intifada, marcada por los atentados suicidas palestinos en autobuses, restaurantes o mercados, y evitan ciertos lugares demasiado concurridos. “Igual es casualidad, igual no, pero hemos visto un bajón claro en el número de clientes desde el pasado miércoles”, afirma Yael, gerente de un café en un centro comercial del centro de Jerusalén.
El Gobierno israelí se ha congratulado por las declaraciones de Trump pero hay israelíes que no piensan como sus dirigentes. “Todo esto es una irresponsabilidad de Trump y de Netanyahu. Una manera absurda de complicarnos la vida”, afirmaba, pragmática, Maya Kubovich, una economista que trabaja en un importante banco de Jerusalén.
Para Nora B. la decisión de Trump no traerá “ningún cambio” en la vida diaria de palestinos e israelíes porque Jerusalén ya está anexionada. “Salvo que estalle una Intifada, las cosas seguirán como están pero lo que sí creo que cambiará es que finalmente Estados Unidos se ha quitado la careta. Washington nunca fue imparcial porque tiene muchos intereses invertidos aquí pero ahora su postura está clara y no podrá ser de nuevo mediador en un diálogo con los palestinos. La pregunta es quién ocupará ese lugar. Creo que se han destapado las cartas y hay una posibilidad de que el proceso sea más auténtico a partir de ahora. No lo sé, está por verse”, explica.
Un policía israelí en una refriega con una manifestante palestina en la Puerta de Damasco este viernes. (Reuters)
Los palestinos: del miedo a las protestas
Titulares, tuits, comentarios, llamadas de preocupación... Incluso antes de que Donald Trump pronunciara su ya histórico discurso en el que desoía décadas de consenso bipartidista en materia de política exterior, el miedo se convirtió en el nuevo marco para definir los acontecimientos que estaban por venir. ‘Tercera intifada’, ‘munición para Al Qaeda y Daesh’, ‘manifestaciones, enfrentamientos y muertes’ se apresuraron a decir. Pronto se olvidó qué representaba la decisión del presidente de los Estados Unidos.
Se decidió en un abrir y cerrar de ojos, espoleados por las propias palabras de Trump llamando a la calma, presentar el acontecimiento en términos de violencia, y no de violación del Derecho internacional y/o de legitimación de la colonización de tierras. Una amiga que ha decidido unirse a una marcha de protestas hacia el ‘checkpoint’ de Qalandia recibe un mensaje -“ten cuidado”-; su respuesta es simple y demoledora: “Ojalá nos cuidarais más vosotros”.
A veces únicamente me pregunto cómo se siente un ciudadano normal, tener un país, fronteras, líderes, aeropuerto..
Fatimah se unió a la protesta y estaba planteándose desplazarse a Jerusalén el viernes por la mañana. Cambió su foto de perfil de Facebook por una foto de la ciudad con la mezquita de Al Aqsa al centro, debatió una y mil veces con su familia y amigos. Pero, al igual que muchos de sus conocidos, ha convertido esta secuencia de acciones en un hábito cada vez que los palestinos reciben un golpe a su dignidad. A la indignación se unen el hastío y la resignación. Este es uno de los posts más compartidos estos días en Facebook – foro de debate público preferido por la mayoría de habitantes de Cisjordania y Gaza - por palestinos de distintas edades y condiciones (ha sido imposible localizar la autoría original).
“A veces únicamente me pregunto cómo se siente un ciudadano normal, tener un país, fronteras, líderes, aeropuerto, lo que sea que lo convierta en normal... Tener de verdad un lugar en el mapa sin tener que explicar por qué no está allí. ¡Ya sea para ti o para los demás! A veces me pregunto si somos las víctimas o si nos equivocamos. ¡Esto se está volviendo tan complicado hasta llegar a un punto de no retorno! ¿Retorno a qué, sin embargo? ¿Hace 1 día? ¿Hace 5 años? ¿A la Segunda Intifada? ¿A Oslo? ¿A la Primera Intifada? ¿A 1982? 1973? 1967? 1948? 1936? ¿O incluso antes? En realidad, no tengo una explicación para todo esto, y por favor no trates de explicármelo. Porque aunque me importa saber, no cambiará nada, porque así es como siempre ha sido, solo hablar, hablar y hablar ... ¡sin que nada cambie!”.
Una mujer cubierta de banderas israelíes baila por las calles de Jerusalén. EFE
Mientras que el liderazgo actual palestino -sobre todo en Ramala, pero también en Gaza- es el que representa ese espíritu y continúa inmerso en guerras intestinas que no hacen sino poner de relieve el inmovilismo, la ineficiencia y la ausencia de visión a medio largo plazo, una nueva generación de jóvenes que nació y/o creció con los Acuerdos de Oslo, y alcanzó la mayoría de edad durante la segunda Intifada -y ha comprobado por lo tanto a qué puede llevar la violencia y descoordinación-, ha vivido la mayor parte de su vida sin saber qué hay más allá del muro y sólo ha conocido una Cisjordania o una Franja de Gaza bajo ocupación o bloqueo.
Es precisamente la nueva generación la única que parece dispuesta a sacudirse cualquier rastro de Oslo y sus derivados. Hasta ahora pocos habían querido escucharla. Puede así, por muy paradójico que parezca, que haya un aspecto positivo del discurso de Trump: sus palabras firmaron el certificado de defunción de una entelequia en forma de expectativas de más negociaciones inútiles, y obliga a que el pueblo palestino reflexione sobre los siguientes pasos a seguir. Serán ellos, dicen, quienes decidan si quieren luchar por un solo Estado con igualdad de derechos o por dos Estados en igualdad de condiciones; quienes decidan si el mejor instrumento es el recurso a la comunidad internacional, el movimiento BDS, o la resistencia no violenta; quienes den una nueva oportunidad a la Organización para la Liberación Palestina u opten por un nuevo mecanismo de representación.
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