From Beirut to Jerusalem, Thomas Friedman (2002)
Este es un libro de referencia a la hora de conocer Israel para muchas de las personas que he conocido cuando he estado en y/o hablado de Oriente Medio. Aunque teniendo en cuenta en lo que Thomas Friedman se ha convertido, quizás recomendar uno de sus obras no parezca una introducción prometedora. En él, el periodista/comentarista cuenta en primera persona su paso como corresponsal por dos de las ciudades más simbólicas de la región en una época turbulenta como fueron los 80, desgranando en el caso del Líbano las aristas del conflicto que asolaba por aquel entonces el país, y en el caso de Israel las características y divisiones de la sociedad israelí, no únicamente desde el punto de vista ideológico en relación con el conflicto con Palestina, sino teniendo también en cuenta otros condicionantes clave, como puede ser el origen, la práctica religiosa, o las condiciones socioeconómicas.
Una historia de amor y oscuridad, Amos Oz (2015) / La vida entera, David Grossman (2011)/ Una mujer en Jerusalén, Abraham B. Yehoshúa (2008)
Resulta hoy por hoy impensable hablar de literatura israelí sin mencionar a sus tres grandes tenores, que en cierto modo también simbolizan el propio dilema de Israel vis à vis el resto del mundo: conciencia liberal dispuesta a criticar públicamente cualquier desmán contrario a la que no hace mucho era la única democracia de la región, defensores vocales y acérrimos del sionismo más allá de sus fronteras. Amos Oz es probablemente el escritor israelí más conocido, y su autobiografía –que también podría ser definida como la propia autobiografía de Israel–, Una historia de amor y oscuridad le llevó a ser nominado para un Premio Nobel de Literatura. David Grossman es también un escritor tremendamente querido en Israel. Su novela La vida entera narra el viaje de una mujer que deja atrás su casa y recorre a pie y sin rumbo el país para no escuchar la noticia de que su hijo ha sido asesinado durante la Segunda Intifada. Aunque Abraham B. Yehoshua es probablemente el autor menos conocido, no por ello es menos necesario mencionar una de sus mejores obras, una novela triste pero también en ocasiones divertida sobre cómo –y por quién– ha sido construida Israel y lo que significa ser judío antes y después de la llamada “Aliyá” (término utilizado para hacer referencia a la inmigración judía a la Tierra de Israel). Una mujer en Jerusalén (el título en hebreo es El viaje del director de recursos humanos) narra cómo un desconocido reconstruye recuerdo a recuerdo la historia de una ciudadana israelí, que comienza su vida emigrando al país pero la pierde en un atentado suicida en un mercado de Jerusalén.
Jerusalén: la biografía, Simon Sebag Montefiore (2012)
Es una obra en la que un puñado de palabras ya enseña más sobre la ciudad que miles de manuales: “Jerusalén es la ciudad santa […] sin embargo siempre ha sido un antro de superstición, charlatanería e intolerancia […] el hogar cosmopolita de muchas sectas, cada una de las cuales cree que la ciudad les pertenece”. Montefiore narra la historia de Jerusalén desde sus comienzos como un pueblo fortificado, deteniéndose en cada conquista y/u ocupación. Se destruyeron lugares de culto para construir con las mismas piedras nuevos lugares que fetichizar, y lo mismo ocurrió en cierto modo con una población cincelada a golpe de sacrificios, éxodos e inmigración. El título ambicioso no se queda corto, y el libro de cabecera explica a la perfección cómo judíos, cristianos y musulmanes por igual se sienten obligados día a día (al igual que ocurrió con sus antepasados) a reescribir su historia con el único fin de sustentar sus propios mitos
Three Mothers, Three Daughters: Palestinian Women’s Stories, Michael Gorkin y Rafiqa Othman (2000)
Para sumergirse en las condiciones y vicisitudes de los ciudadanos palestinos/árabes de Israel, una buena introducción es esta obra del psicólogo israelí Michael Gorkin y la profesora palestina Rafiqa Othman, en las que los autores entrevistan a seis mujeres palestinas que viven en varias poblaciones a lo largo y ancho del territorio de la Palestina histórica. Gracias a sus historias, en ocasiones desgarradoras, conseguimos conocer de primera mano, e incluso en la intimidad, los vaivenes de estas mujeres y de las familias de las que han sido matriarcas o descendientes, sus opiniones sobre temas fundamentales como sexualidad, religión, inmigración, libertad y honor, y las entrañas de dos naciones en constante evolución cuyo futuro está aún por definir.
Metralla, Rutu Modan (2015)
La novela gráfica titulada Exit Wounds en inglés consigue, a base de trazos exquisitos aunque en ocasiones violentos y exuberantes, aproximarnos a –y profundizar sobre– el impacto de la política y la guerra –tan presentes en la psique israelí– en los individuos y la sociedad, la dura realidad del día a día de algunos individuos en Israel, o la creación y construcción de un país hoy demasiado moderno para algunos de sus fundadores. Un joven de Tel Aviv –que podríamos definir como un antihéroe– recibe una llamada urgente de una mujer soldado. Al enterarse de que su padre, que vivía solo y apartado, ha podido ser víctima de un atentado suicida, se embarca a regañadientes tanto en una peculiar investigación como en una imprevista historia de amor que le hacen enfrentarse a los últimos meses de la vida de su padre y, en un momento dado, a los claroscuros de su propia identidad.
The Source, James A. Michener (1965)
Aunque es un libro que no pasará a formar parte de la candidatura para los premios literarios de mayor renombre, se trata de una fascinante novela histórica que recrea –aunque no en orden cronológico, dejando así al lector con un regusto a misterio y expectación al final de cada capítulo– todos los eventos, y por lo tanto periodos históricos, de los que ha sido testigo Tierra Santa en sus varias formas, a lo largo de miles de años, a través de los ojos de un arqueólogo deseoso de conocer los detalles más íntimos de la tierra a la que cada vez se ve más vinculado.
Trilogia Gett, Ronit Elkabetz y Shlomi Elkabetz
Producción franco-israelí escrita y dirigida por los hermanos Ronit y Shlomi Elkabetz, en las que de la mano de Viviane Amsalem –interpretada por la primera– descubre al espectador los aspectos más íntimos de la sociedad israelí, a los que nunca tendría acceso como extranjero y en cierto modo impostor. El primer largometraje es Tomar una esposa (2004), inspirado en la historia de los padres de los Elkabetz, en el que Viviane se ve obligada a elegir marido –la única manera de ser alguien en sociedad, le dicen– mientras anhela desesperadamente una vida en la que pueda ser verdaderamente valorada y amada por cómo es. El segundo filme, Shiva (Siete Días) (2008), tiene lugar una década más tarde durante la Guerra del Golfo. Viviane ya separada de su esposo, se ve obligada a convivir y enfrentarse de nuevo con toda su familia, reunida durante siete días para observar el ritual de duelo judío cuando muere uno de los hermano. Se trata de una película intimista y tensa la mayor parte del tiempo, en la que cualquier familia puede verse reflejada. El film más impactante y conocido es quizás Gett: El juicio de Viviane Amsalem (2014), gracias al cual aprendemos que una mujer judía no puede obtener un decreto de divorcio (gett) en Israel sin el consentimiento de su marido o, en última instancia, una corte rabínica anclada en tradiciones arcaicas. Viviane está dispuesta a hacer frente a un largo y tortuoso proceso ante un panel de rabinos con el objetivo de por fin emanciparse y hacer valer su dignidad y derecho a la libertad.
El verano de Aviya (1988)
Basada en la autobiografía de la actriz israelí Gila Almagor, transcurre en Israel durante el verano de 1951. La protagonista, una mujer fuerte y luchadora en el pasado, se ve impotente y traumatizada tras perder a su familia durante el Holocausto y a su esposo en la Guerra de la Independencia de Israel. Su hija de 10 años, Aviya, trata de entender por qué una sociedad, que debería estar orgullosa de su madre pero únicamente ansía dejar atrás sus recuerdos, las rechaza a ambas por su aspecto, su pobreza y su pasado. La secuela de este filme, Under the Domim Tree (1995), tiene un kibbutz para huérfanos, al que trasladan a Aviya, como escenario principal y se centra en las relaciones entre adolescentes nacidos en Israel y adolescentes que sobrevivieron al Holocausto.
Florentine (1997–2000)
Este programa de televisión recuerda casi a cada instante a la serie estadounidense Friends. Tiene como protagonistas a una docena de jóvenes, amigos de la infancia que crecieron en Jerusalén, que emprenden su vida en Tel Aviv tras servir en el Ejército y tienen que acostumbrarse a llevar una vida normal a pesar de la violencia y el miedo que se han convertido en parte del día a día, que les obligan en demasiadas ocasiones a negar la realidad y crear mundos paralelos. Por su parte, Srugim (2008) es considerada por algunos como una versión distinta de Friends, desde el punto de vista de la comunidad judía ortodoxa. La serie gira en torno a un grupo de religiosos que viven en Jerusalén, y narra de forma sutil pero sin tapujos cómo éstos se enfrentan al mundo de las citas y otro tipo de relaciones en un contexto marcado por tradiciones y férreas reglas centenarias, abarcando una variedad de temas, desde la fe hasta el divorcio, pasando por el feminismo, la observancia del sabbath e incluso la homosexualidad.
Soldados, Adi Nes
Adi Nes es un fotógrafo israelí conocido por su polémica serie de título Soldados. Sus fotografías, cuya composición evoca en numerosas ocasiones el arte barroco y religioso, exploran temas tan complejos como la masculinidad o la etnicidad en Israel, y otorgan un papel relevante al rol que tiene el servicio militar obligatorio en la cultura del país. Su obra ha sido criticada en numerosas ocasiones por su contenido erótico y por combinar exaltaciones del amor universal con referencias a la militarización del país y su sociedad.
Bonus: Fue con ‘A-Ba-Ni-Bi’, tema interpretado por Izhar Cohen, que Israel obtuvo en 1978 su primera victoria en Eurovisión, gracias a la cual el festival fue celebrado por primera vez fuera de Europa continental en 1979 –un hito para un Israel que se presenta como una democracia y nación occidental. Un ritmo de sobra conocido en España gracias a una versión en español interpretada por El Chaval de la Peca.
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