Las últimas elecciones presidenciales de las que Irán fue testigo se celebraron en 2009 y desde el primer momento, e incluso antes, se erigieron en punto de inflexión para las pulsiones democráticas a lo largo y ancho del mundo, encarnadas por lo que muchos pronto empezaron a llamar el Movimiento o Revolución Verde. ¿A qué hace alusión esta expresión y en que consistió este primer levantamiento en la región?
Las elecciones presidenciales tuvieron lugar el 12 de junio y se vieron caracterizadas por una ola de entusiasmo que invadió el país: la votación tuvo que ser prorrogada ante una participación inesperadamente alta, ya que más del 80% de los inscritos acudieron a las urnas; y hasta 476 personas, hombres y mujeres de todos los orígenes, habían solicitado la posibilidad de ser candidatos. El Consejo de Guardianes sólo permitió la participación de cuatro de ellos: el Presidente en la actualidad, Mahmoud Ahmadinejad, y tres rivales: un conservador, Mohsen Rezaee, ex comandante de la Guardia Revolucionaria, y dos “reformistas”, Mehdi Karroubi, ex presidente del Majlis (Parlamento iraní ) y Mir-Hossein Mousavi, antiguo Primer Ministro de la Republica. La votación se vio empañada por importantes irregularidades y una gran parte de la población, profundamente convencida de Musaví iba a vencer, no daba crédito a sus oídos cuando la agencia oficial de noticias de Irán anunció unos resultados que darían mucho de qué hablar.
El origen del Movimiento Verde en Irán
El propio Mousavi emitió a las pocas horas un comunicado acusando al Ministerio del Interior y el Consejo de Guardianes de fraude electoral generalizado. Tanto él como otros contendientes se unieron para instar a sus seguidores a participar en protestas pacíficas. El Líder Supremo, el Ayatolá Ali Khamenei, llamó a la nación a apoyar a Ahmadinejad, etiquetando su victoria de “juicio divino”. Los resultados fueron presuntamente investigados y los informes finales concluyeron que no había habido irregularidades. Ello representó la última gota. Enormes protestas cubiertas de verde y bajo el lema “¿Dónde está mi voto?” estallaron y reunieron en su seno a millones de iraníes, no sólo en la mayoría de ciudades y pueblos de Irán, sino en todo el planeta. Smartphones, Facebook y Twitter jugaron un papel clave para convocar a los jóvenes – y no tan jóvenes – de todo el país.
La reacción de la comunidad internacional no se hizo esperar y varios países occidentales expresaron su preocupación por la autenticidad de los resultados. Varias figuras públicas apoyaron directamente las protestas y declararon que los comicios habían sido sin duda fraudulentos, a pesar de que más tarde tuvieron que sufrir la consiguiente represión. Ese fue el caso de los directores de cine Mohammad Rasoulof y Jafar Panahi, ambos condenados a penas de prisión, venerados cantantes como Mohammad Reza Shajarian, la selección nacional de fútbol de Irán (que llevaba pulseras verdes en su partido contra Corea del Sur para apoyar el movimiento) … e incluso figuras religiosas como los Ayatolás Yousef Saanei y Sayyid Ali Mohammad Dastgheib Shirazi.
A pesar de que en un primer lugar el Líder Supremo decidió actuar con una cierta cautela, tras días en los que las protestas crecían tanto en tamaño como en relevancia, Jamenei denunció la ilegalidad de las mismas, y los manifestantes comenzaron a encontrar una fuerte y creciente resistencia por parte de las fuerzas del gobierno, dando lugar a varias muertes, cientos de arrestos y miles de heridos. El Movimiento Verde, que tomó su nombre de un pañuelo verde que Mir Hossein Mousavi recibió del antiguo Presidente Mohammad Khatami, no iba a ser silenciado en ese momento y durante los siguientes seis meses se convirtió en una fuerza aplastante a lo largo y ancho de todo el país que exigía el reconocimiento de los derechos democráticos al origen de la Revolución de 1979. El régimen no estaba, sin embargo, dispuesto a ceder en lo más mínimo y su comportamiento se hizo cada vez más represivo y violento: detenciones arbitrarias, juicios sumarios, persecución y acoso, el cierre de varios medios de comunicación, la censura, la prohibición de los medios sociales … La represión fue tan penetrante y extendida que los dirigentes del movimiento tuvieron que dar fin a cualquier tipo de manifestación pública.
La evolución del Movimiento Verde
En aquel entonces, los partidarios del Movimiento Verde se limitaban a exigir la celebración de elecciones transparentes libres y justas. Ellos luchaban por la democracia. Sus padres habían tenido, hasta cierto punto, algo que decir en la configuración de su querido país. El régimen de los ayatolás les estaba privando de esa posibilidad y estrechaba su mordaza con los años. Poco a poco, el movimiento amplió sus demandas, pidiendo el reconocimiento de las libertades civiles originalmente defendidas por la Revolución Islámica, haciendo referencia explícita a la igualdad económica, la movilidad social, las libertades fundamentales, la justicia social, la participación política y el respeto y la dignidad de todos los iranís. Contrariamente al Movimiento, que considera la reforma como algo inherente al sistema islámico, y que por lo tanto no requiere de una revolución total, gran parte de las autoridades no tienen ningún reparo en admitir que están muy lejos de dar vía libre cualquier tipo de reforma. Tienen una razón poderosa: “fue exactamente en la era de los reformistas que la aparición del Imam del Tiempo [el Mesías chiíta] se pospuso durante cientos de años”, afirma el representante del líder supremo de la Guardia Revolucionaria.
El movimiento continuó sus protestas pacíficas hasta el 14 de febrero de 2011, cuando las fuerzas de seguridad llevaron a cabo una brutal represión contra los que se atrevieron a seguir el ejemplo de sus hermanos revolucionarios en los países de la “Primavera árabe”. A pesar de que ambos renunciaron a cualquier liderazgo formal en el Movimiento Verde, Mousavi y Karroubi fueron ampliamente considerados como los líderes de las protestas y fueron objeto de arresto domiciliario, junto con la esposa de Mousavi, Zahra Rahnavard. A esa altura, los iraníes tenían demasiado miedo y el levantamiento no consiguió reunir suficiente apoyo.
Los que encabezaron el movimiento siguieron caminos distintos, y los pocos que se mantuvieron activos en la escena política se radicalizaron exigiendo un cambio total de régimen y la salida de Jamenei del poder, algo que la mayoría de los iraníes no parecen querer realmente. De hecho, una de las razones el Movimiento Verde no se extendiera a la totalidad del país estriba en su exclusivo enfoque sobre la juventud persa de clase media, no haciendo así participes de sus ideales a la población rural y otras minorías dentro de un estado muy heterogéneo.
El Movimiento ante las elecciones presidenciales en Irán
Las fuerzas de seguridad de Irán están estos días en alerta máxima. Esta vez, no se han observado indicios de manifestaciones generalizadas. El régimen ha ido sin embargo adoptando fuertes medidas contra cualquier atisbo de “movimiento revolucionario”, desde reuniones a uso de los medios de comunicación social, durante meses. Las detenciones y la represión han comenzado en esta ocasión mucho antes de la votación. Esta vez, las autoridades no están dispuestas a correr ningún riesgo y no han permitido la creación de lo que podríamos llamar una “facción política reformista”. El Frente de Participación Islámica de Irán, el mayor partido reformista de Irán, fue prohibido, junto con la Organización Mujahideen Revolución Islámica, en 2010.
En los últimos cuatro años, las exigencias impuestas a los candidatos presidenciales se han visto enormemente restringidas. Un probable representante de los reformistas, que no jugó sin embargo un papel activo en el Movimiento pero que podría haber atraído a la mayoría de sus seguidores, el ex presidente Jatami, afirmó que su grupo no participaría en las elecciones a menos que Mousavi y Karroubi fueran liberados. El régimen es sin embargo consciente de que esta medida sólo podría encender la mecha de más disturbios, y probablemente resucitar una de sus particulares bestias negras, dado que muchos creen que esta política es la única razón que mantiene a la gente alejada de las calles.
A esto se añade el hecho de que, a pesar de que el régimen tiene muy claro que necesitan un Presidente que coopere en lugar de competir con el Líder Supremo, no debe tampoco ungir a una figura muy impopular y controvertida, ya que resulta probable que el malestar estalle de nuevo. En este sentido, se impuso un único requisito a los llamados reformistas: sólo se permitiría que los líderes del movimiento de reforma regresaran a sus actividades políticas si éstos expresaban públicamente su pesar por haber participado en las protestas de 2009. Los que quieren un cambio real en Irán se enfrentan, por tanto, con un dilema de considerables dimensiones: o boicoteaban la votación, o participaban en ella manteniendo al menos una cierta presencia y luchando desde el propio sistema. Entre los aspirantes que han superado el filtro del Consejo de Guardianes, sólo Mohammad Reza Aref, un graduado de la Universidad de Stanford, que fue vicepresidente bajo Khatami, parece ser fiel a algunas de las pretensiones del Movimiento Verde.
Muchos iraníes se enfrentan a un dilema semejante: boicotear las elecciones o prestar su apoyo al que vean como el candidato menos objetable. ¿Por qué votar si ningún candidato en realidad representa sus creencias y principios? E incluso si ese fuera el caso, ¿por qué votar cuando todo el mundo sabe quién va a tomar la decisión final? A pesar de que el régimen ha estado tratando de evitarlo mediante grandes dádivas selectivas y reformas cosméticas, la mayoría de la población ha visto su sufrimiento aumentado como consecuencia de las sanciones internacionales y el consiguiente colapso de la divisa nacional, y les resulta difícil encontrar el tiempo y la voluntad para pensar en política. Muchos se refieren al movimiento verde como un mero recuerdo. Pero, ¿es cierta esa afirmación? ¿Puede darse esta “revolución” por fracasada o más bien marcó el comienzo de algo más grande, una oposición real y organizada, finalmente capaz de derrocar al régimen y a su controvertido líder y los acólitos de éste?
A pesar del silencio que hoy impera, Irán no ha sido la misma desde el año 2009, ya que el Movimiento Verde logró entonces un objetivo vital: poner en entredicho por primera vez la sacrosanta moralidad del régimen, y revelar al mundo entero la verdadera cara de la República Islámica, erosionando progresivamente su legitimidad. Sólo el tiempo dirá si los iraníes están dispuestos a desempolvar sus pañuelos verdes y levantarse de nuevo por sus derechos. Como fue el caso de Túnez y de otros países “revolucionarios”, en este momento parece muy probable que sólo un cisne negro pueda encender la mecha de nuevas protestas. El mundo entero estará entonces observando.
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