El pasado mes de julio la palabra “rebelión” volvió a ponerse de moda en el mundo árabe. Tras el éxito cosechado en Egipto, varios movimientos que replicaban el estilo Tamarrud fueron floreciendo a lo largo y ancho de la región e, inspirándose en sus hermanos egipcios, crearon páginas web en las que detallaban su objetivo de protestar contra los gobiernos en el poder y a favor de la concesión de más derechos. Uno de los más activos demostrado ser, sorprendentemente, el movimiento Gaza Tamarrud (heredero de Tamarrud en Palestina), construido en silencio en contra de lo que algunos consideran un asfixiante status quo controlado por Hamas que día tras día adopta una tendencia más autoritaria.
Varias protestas a pequeña escala habían venido teniendo lugar en el pequeño territorio a lo largo de las últimas semanas, pero la manifestación que los organizadores esperaban que representara un verdadero avance estaba programada para el 11 de noviembre, una fecha clave para todos los habitantes de la Franja. En efecto, el pasado lunes se conmemoraba el aniversario de la muerte del líder palestino Yasser Arafat, fundador de Fatah, el principal rival de Hamas, una fecha venerada por todos los palestinos y en el pasado también una ocasión propicia para manifestaciones.
El poder de Hamas a prueba
No pocos medios de comunicación habían previsto protestas multitudinarias contra el grupo militante islámico, pero al final ni rastro hubo de éstas, lo que ha llevado a muchos a afirmar que una vez más, Hamas ha sido capaz de demostrar el sólido control que ejerce sobre el minúsculo territorio. Un Hamas que en los últimos tiempos venía pareciendo más vulnerable que nunca, principalmente como consecuencia directa de la caída del ex presidente egipcio, Mohamed Morsi, inmediatamente seguida de un cierre del paso fronterizo de Rafah sin precedentes por parte de las autoridades vecinas. Son sobre todo las crecientes dificultades económicas las que están pasando una factura más abultada para el partido en el poder: la escasez de bienes está atravesando niveles sin precedentes, los medicamentos son más exigüos que nunca, lo que ha llevado a un aumento alarmante de ciertas enfermedades como la diarrea entre niños y ancianos. El agua también es cada vez más rara : los flujos de aguas residuales sin tratar corren a su aire y los agricultores no pueden regar sus campos. La mayoría de las familias organizan su vida en torno a los cortes de energía que duran ahora de ocho a doce horas al día, muchas de ellas completamente dependientes de pequeñas linternas con pilas. Los generales de Egipto han destruido el 90 % de los túneles a través de los cuales Gaza obtenía su combustible, cuyo precio ha aumentado en un 40%. Sin embargo, fue el gobierno del propio Morsi el responsable de destruir una gran parte de los túneles de contrabando entre ambos territorios .
La destrucción de los túneles y el cierre de las fronteras han dejado tras de si a una población de Gaza desesperadamente tributaria de Israel, que tras el conflicto 2012 se comprometió tanto a levantar el controvertido bloqueo al que durante años ha sometido al territorio como a ayudar a reactivar la economía de Gaza, promesas ambas que el país hebreo no cumplió. Un sitio que varias organizaciones pro-derechos humanos gustan de llamar “castigo colectivo“. Israel detiene la mayoría de los bienes que tratan de exportarse y sólo se permite la entrada de comida, prohibiéndose la introducción de cualquier material de construcción, un golpe de gracia a una economía en la que la construcción representa una parte muy importante. Ni siquiera los hospitales y las escuelas han sido reconstruidas tras la guerra de 2012. El gobierno está al borde de la bancarrota, y los trabajadores públicos de Gaza llevan recibiendo la mitad de su salario desde el verano.
Un Hamas sin amigos
Desde un punto de vista político, los acontecimientos en Egipto del verano pasado dejaron a Hamas prácticamente sin amigos y aliados. Y el apoyo público que el movimiento ha mostrado hacia los Hermanos Musulmanes les ha distanciado aún más de la mayoría de los países clave de la región, especialmente de Arabia Saudita. La guerra en Siria también ha pasado factura a Hamas, y sus tradicionales lazos con Irán se han ido tensando a partir del momento en el que el movimiento islamista salió en apoyo de los rebeldes que luchan contra el gobierno del presidente Bashar Al-Assad. El atisbo de esperanza que muchos habitantes de la Franja creyeron vislumbrar el año pasado, después de la guerra de 7 días con Israel (Morsi fue de hecho uno de los principales mediadores en aquel entonces), cuando la popularidad de Hamas alcanzó niveles sin precedentes, se ha desvanecido. Peor aún, y como una clara señal de la imposible reconciliación entre facciones palestinas, los estadounidenses han mantenido a Hamas apartada de las actuales conversaciones de paz entre Palestina e Israel. Hamas también ha perdido la popularidad de la que disfrutaba en las calles, y un claro encallecimiento de su postura claramente no ha ayudado a paliarlo. El grupo ha puesto además últimamente la implementación de un proyecto de re-islamización especialmente dirigido a mujeres y niños. Ante el más mínimo indicio de disidencia, Hamas prohibió cualquier conmemoración de la muerte de Arafat y amenazó con disparar a los manifestantes en el acto. En una señal de nerviosismo, sus cuerpos de seguridad llegaron incluso a detener a una docena de periodistas, algunos de ellos extranjeros, que habían preguntado a varios estudiantes acerca de la campaña Tamarrod.
El porqué de la calma aparente
¿Por qué las protestas no tuvieron lugar? Fatah, que muchos creen que financia y apoya al movimiento Tamarrud en las sombras, señaló que no organizó la correspondiente marcha porque Hamas negó el permiso. Muchos entre sus funcionarios afirmaron que querían evitar que se repitieran los eventos de hace varios años, cuando dicho acto atrajo a una multitud de decenas de miles, y estallaron enfrentamientos mortíferos entre los manifestantes y la seguridad de Hamas. A pesar del nerviosismo evidente, los funcionarios de Hamas mantienen que debe ignorarse al movimiento tildándolo de ilusorio, haciendo hincapié en que no iba a haber ninguna actividad en el suelo, más allá de las redes sociales. Tal vez el hecho de que decenas de activistas Tamarrod fueran arrestados y que las noches volvieran a ser testigos del establecimiento de controles de seguridad tuvieron algo que ver con ello. En efecto , el 10 de noviembre , los líderes de Tamarrud declararon que los eventos habían sido cancelados, afirmando que había tenido acceso a informes que indican su intención de recurrir a la violencia contra sus actividades, y que la vida es más importante que expresar su disenso.
Algunos en Gaza siguen esperando que una vez que la presión disminuya, la gente podrá volver a tomar las calles. Al mismo tiempo, un desfile militar de alto perfil organizado por los islamistas tuvo lugar el 14 de noviembre, en conmemoración del primer aniversario de la guerra en Gaza, pero también con el claro objetivo de demostrar que Hamas sigue siendo fuerte, a pesar de las luchas por la vida diarias en la franja y los signos de disidencia. Mientras tanto, los que llevan se llevan la peor parte son, como siempre, los palestinos que pueblan el aislado territorio, que viven con miedo a protestar o simplemente han perdido toda esperanza.
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