Cuando todo apuntaba a que la muerte de Yasser Arafat se mantendría durante décadas como uno de los grandes misterios de la Historia, Al- Jazeera podría arrojar algo de luz sobre el fallecimiento del entrañable héroe palestino. Fueron precisamente las investigaciones del canal catarí lo que forzó la exhumación del líder palestino en 2012. De acuerdo con un informe que la cadena ha publicado recientemente, científicos del Centro Universitario de Medicina Legal de Lausana han concluido que los restos de Arafat contenían al menos una proporción de polonio radiactivo 18 veces mayor a los niveles normales, llegando a la conclusión de que es muy probable que Arafat fuera envenenado.
Los antecedentes
Ya en octubre de 2012, la Fiscalía francesa accedió a abrir una investigación en torno al presunto asesinato de Yasser Arafat en 2004, ante alegaciones de su familia (en particular, de su viuda Suha) según las cuales el veterano líder palestino murió por envenenamiento por polonio (un veneno que se ha ido haciendo famoso estos últimos años, como consecuencia en particular de su presunta utilización para asesinar al líder opositor ruso Alexander Litvinenko). Gran parte de la presión internacional en virtud de la cual muchos creen que el Estado francés cedió a las pretensiones de la familia Arafat siguió a una investigación en profundidad cuyos resultados fueron desvelados a lo largo de varias semanas en Al-Jazeera. En estas emisiones, varios expertos afirmaban haber encontraron altos niveles de polonio en los efectos personales (en especial en su amada keffiyeh) de Arafat, una teoría aparentemente confirmada por un renombrado laboratorio suizo.
Arafat falleció a los 75 años en noviembre de 2004 y desde entonces decenas de voces han exigido en repetidas ocasiones una explicación creíble. Tras una copiosa pero aparentemente cena en su morada de Ramallah, una simple gripe fue el primer síntoma de una salud quebradiza que parecía deteriorarse en cuestión de horas. Doctores de renombre acudieron a visitarle de las cuatro esquinas del mundo árabe y ante la impotencia de todos ellos, se dictaminó que tenía que ser trasladado y tratado en Occidente, concretamente en Francia, país con el que tanto el líder como la propia nación siempre han mantenido una relación especial. Allí, en el Hospital de Saint Percy de Clamart, el dignatario murió el 11 de noviembre después de haber ido cayendo gradualmente en un coma profundo. Parece que en un primer momento los expedientes médicos de Arafat fueron retenidos por funcionarios palestinos, que negaron en aquel momento a la esposa de Arafat la necesidad de llevar a cabo una autopsia. Los médicos franceses señalaron a su vez que Arafat sufría de una enfermedad de la sangre conocida como coagulación intravascular diseminada, aunque no es concluyente lo que causó la condición. En el momento de su muerte, no fueron pocas las autoridades palestinas que acusaron a Israel de envenenar a su líder. Sin embargo, una investigación palestina considerada concluyente afirmó un año después que había de descartarse el envenenamiento como causa de muerte, así como el cáncer y el SIDA.
Sospechas recurrentes
El 4 de noviembre de 2004, antes incluso de que Arafat exhalara su último aliento, y haciéndose eco de las cada vez más numerosas sospechas de envenenamiento que inundaban los Territorios Palestinos, el Dr. Saeb Erekat intentó en vano ponerse en contacto con el Cónsul General de EE.UU. en Jerusalén para solicitar al gobierno estadounidense por aquel entonces liderado por George W. Bush que exigiera al gobierno israelí un antídoto para el veneno. Por su parte, el Ministerio de Defensa francés llevó a cabo su propio análisis sobre el estado de Arafat; los médicos franceses realizaron un análisis toxicológico pero no encontraron nada inusual. Estas pruebas incluían un análisis de orina centrado en pruebas radiológicas que medían sin embargo únicamente la actividad Gamma (siendo el polonio 210 una partícula alfa emisora de luz). En septiembre de 2010, durante el sexto Congreso de Fatah, los dirigentes decidieron nombrar a Tawfik Tirawi como jefe de la investigación palestina sobre la muerte de Arafat, una investigación que tampoco logró ningún avance.
La viuda de Arafat, insatisfecha con estas explicaciones, decidió recurrir a otros métodos y proporcionó a Al Jazeera el expediente médico completo de Arafat, así como una bolsa de deporte que contenía las últimas pertenencias personales del líder que lo acompañaban cuando murió en Francia. Los expedientes y la bolsa de deporte fueron entonces depositados en un centro de Suiza, que puso en marcha un riguroso examen científico y forense de todo el material , concluyendo en 2012 que se habían encontrado niveles significativos de polonio radiactivo 210 en las pertenencias de Arafat. Ello a pesar de que las autoridades francesas negaron a la viuda de Arafat el acceso a las muestras médicas de su marido, que habían sido destruidas en 2008 . Una enfurecida y muy mediática Suha puso entonces en marcha una campaña para que el cuerpo de su marido fuera exhumado, y presentó una denuncia ante un juez francés. A su vez, varias figuras públicas, Mahmoud Abbas en particular, plantearon sus dudas sobre la muerte de Arafat en varias reuniones internacionales. Los líderes palestinos incluso llegaron a presentar un plan ante la Liga Árabe para que la organización se encargara de investigar lo que muchos creían un asesinato.
La figura de Arafat a debate
La investigación seguramente volverá a despertar numerosos debates, ya que Arafat continúa siendo una figura extremadamente controvertida. Muchas personas lo amaban, pero también era profundamente odiado por algunos. En primer lugar era, sin duda, un ídolo y símbolo de la causa palestina, probablemente el único que todas las facciones han reverenciado. Él fue una figura esencial para la consecución de los Acuerdos de Paz de Oslo, tras haber aceptado por primera vez en la Historia que palestinos e israelíes se vieran las caras en la Conferencia de Paz de Madrid de 1991, un logro que le valió el Premio Nobel de la Paz en 1994. No obstante, siendo todavía prematuro líder de la OLP, fue considerado por algunos como un peligroso terrorista y uno de las más crueles señores de la guerra durante la guerra civil libanesa. También fue atacado, una vez consolidado su poder, por haber cedido en exceso durante las negociaciones de paz arabe-israelis. En particular, algunas personas nunca le perdonaron el haber aceptado reconocer al estado de Israel. También fue acusado muchas veces de haber sido quien sembró la corrupción dentro de la OLP, e incluso dentro de la propia Autoridad Palestina.
El informe suizo se ha limitado a examinar qué fue lo que mató a Arafat, sin abordar la cuestión de si éste fue envenenado deliberadamente o siquiera cómo ocurrió. Por otra parte, Suha Arafat ha hablado de asesinato político, pero ha insistido en que todavía ”no podemos señalar con el dedo a nadie” . Los rumores sin embargo no han tardado en verse desatados. La mayoría intenta adivinar la identidad de los principales sospechosos: o bien los israelíes (a pesar de que éstos siempre han negado que tuvieran algo que ver con su enfermedad o muerte y hasta la fecha no se han obtenido pruebas que los impliquen) o bien los propios rivales palestinos de Arafat, conscientes éstos de las muchas amenazas que éste representaba para el futuro de la Palestina que ellos conocían.
En diciembre de 2004, una encuesta realizada por el Centro Palestino de Investigación Política mostró hasta qué punto los palestinos tenían sentimientos encontrados al respecto: “alrededor del 72 % cree que Arafat murió envenenado y la mayoría de los que creen esto (64%) cree que Israel es responsable de la intoxicación, mientras que el 22% cree que una de las facciones palestina es culpable del asesinato”. Tal vez los resultados puedan ayudar a que el pueblo palestino eche sus fantasmas a dormir y opte por seguir construyendo paso a paso el tortuoso camino de la reconciliación, bajo una nueva figura unificadora.
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