Pareciera en ocasiones que los únicos factores que contribuyen a dibujar el futuro de Oriente Medio – la mayoría de ellos ya fueron expuestos en este artículo – quedan fuera del control de los ciudadanos: sectarismo, represión, intervención extranjera , golpes de estado (¿o eran pseudo-revoluciones?)… Sin embargo, y a pesar de que la democracia no se pueda considerar aún como el punto fuerte de la región, varias elecciones tendrán lugar en muchos de sus países. Concretamente ocho, y gran parte de ellas en los que muchos consideran los países clave desde el punto de vista geoestratégico. Es por ello que, aunque muchos pueden sentir la tentación de descartar la relevancia de estos acontecimeintos por considerarlos meros procedimientos o decisiones de cara a la galería, quizás haya llegado el momento de prestar atención tanto a los pasos previos como a los resultados de las mismas.
Turquía – 30 de marzo
Unas elecciones en Turquía, a pesar de que éste no sea un país árabe, sin duda influirán en el futuro de la región. Especialmente si se tiene en cuenta la influencia que hasta hace unos meses ejercía el Gobierno islamista en el poder, que se ha visto enormemente disminuida desde el verano pasado. Y es que el régimen turco era considerado por muchos, sobre todo tras el estallido de la ‘Primavera Árabe’, un modelo de puesta en práctica del islam político. Esta pérdida de crédito está íntimamente relacionada con las dificultades a las que se ha tenido que enfrentar esta tendencia política a lo largo y ancho de la región, simbolizadas por las penurias de los Hermanos Musulmanes en Egipto, pero tiene en particular mucho que ver con el camino hacia el autoritarismo que el Primer Ministro Recep Tayyip Erdogan ha decidido seguir en un país conocido por sus raíces laicas y su cercanía con Occidente. Y aunque una gran parte de la población turca es extremadamente conservadora y apoya a pies juntillas al Partido Justicia y Desarrollo – AKP, por sus siglas en turco, la llamada ‘Primavera Turca’ pilló a muchos por sorpresa y nos hizo despertar a una juventud insatisfecha y cada vez más reprimida que sigue tomando las calles para vociferar su descontento. Una mezcla de autoritarismo y dosis no desdeñables de corrupción en muchos niveles han llevado a la población turca a un punto de ebullición que Erdogan no ha dudado en silenciar estos últimos días.
La población de Turquía está llamada a las urnas el próximo 30 de marzo en elecciones locales, pero la elección clave será la elección presidencial prevista para el mes de julio (la primera elección directa del Presidencia en la Historia del país). Ambas esbozarán el escenario previo a las elecciones parlamentarias del próximo año. Muchos ven este voto municipal, que tendrá lugar en las treinta mayores ciudades turcas que representan no menos del 80% de los votos, será una especie de plebiscito que ayudará a Erdogan a decidir si optará o no a la Presidencia – tomando así el relevo del Presidente actual à la Vladimir Putin. Si el AKP demuestra sin embargo no poder ganar el beneplácito que se esperan, el Primer Ministro ya se ha asegurado la posibilidad de presentarse de nuevo una vez modificados los estatutos del Partido.
Afganistán – 5 de abril
Una elección presidencial también tendrá lugar el 5 de abril en Afganistán. Y, por primera vez y sin que sirva de precedente, todo apunta a que el actual Presidente, Hamid Karzai, no aspira a un tercer mandato (probablemente también tenga algo que ver el que la Constitución se le prohíba). Pero no todos son buenas noticias, y el candidato vencedor bien podría ser o el hermano de Karzai (que acaba de anunciar que se retira de la carrera presidencial) o uno de sus aliados más cercanos. No hay que esperar por tanto grandes cambios en un país todavía dominado por la violencia, una contrainsurgencia talibán que ninguna entidad parece capaz de domar, la corrupción, espinosas relaciones con los vecinos y un tráfico de drogas de nuevo floreciente. Se espera que las tropas extranjeras abandonen el país en su totalidad antes del fin de 2015, y Karzai parece empeñado en negarse a firmar un acuerdo de seguridad con Estados Unidos (que ya había sido sin embargo aprobado por la Loya Jirga o Asamblea de Notables afgana), argumentando que es preferible que sea el próximo Presidente el que asuma la responsabilidad de la negociación y la adopción del mismo.
Argelia – 17 de abril
La elección presidencial está programada en Argelia para el próximo 17 de abril. El presidente Abdelaziz Bouteflika ya tiene 77 años y no ha abandonado el poder desde 1999, aunque el año pasado tuviera que viajar a París para someterse a tratamiento después de sufrir un ataque cardiaco menor. Nada de esto le ha impedido anunciar recientemente que se va a presentar de nuevo. Aunque consten inscritos doce candidatos para las elecciones de abril, todo el mundo espera que sea Bouteflika se lleve el cuarto mandato .
La noticia no sorprendió a nadie, pero sí que asustó tanto a parte del establishment como a muchos argelinos, que pensaban y esperaban que este año podrían ser testigos no de un cambio radical, pero sí al menos de un traspaso de poder, un primer paso hacia un régimen menos utoritario. Argelia bien podría ser definida como una oligarquía que en realidad presenta un mayor grado de flexibilidad que muchos de sus vecinos, dentro siempre de los límites trazados por las autoridades, una suerte de “autocracia liberalizada” (algunas personas lo comparan con Rusia, mientras que otros piensan que quizá representa el modelo hacia el que Marruecos se encamina). Un régimen que garantiza la libertad de expresión y el pluralismo, introducidos en el año 1989, y que accedió a levantar en 2011 el estado de emergencia declarado en 1992.
En nuestro último artículo sobre el país ya se mencionó sin embargo que Argelia no es un país tan estable como la gente cree. Sobre todo si se tiene en cuenta que lo que fue un régimen militar se ha convertido en una pelea de gallos en la cumbre, consecuencia principal del hecho de que Bouteflika ha venido tratando de dar de lado a los militares durante años. La cuestión de la sucesión no es baladí, precisamente porque los militares siempre han jugado un papel muy importante en Argelia. Su autoridad se ha visto también erosionada por el hecho de que la cúpula hoy al mando no tomó parte en la Guerra de Liberación y no tiene pues lo que podría llamarse “legitimidad revolucionaria”. Ello ha supuesto un aumento en la fuerza y el tamaño de la DRS, el Servicio de Inteligencia, que al parecer no se lleva muy bien con el Presidente y el año pasado impusó el nombramiento del actual Primer Ministro. Tal y como hicieron con el propio Buteflika en el año 1999.
De hecho, no será sólo el Presidente quien tenga que ser reemplazado, sino también otras autoridades de alto nivel clave, a saber, el Jefe de Gabinete y el Jefe del Servicio de Inteligencia Militar . ¿Quién será entonces el encargado de arbitrar este proceso? El mismo dilema surgió hace veinte años, y en vez de llegar a un acuerdo, se desató entre las élites una preocupante lucha interna que hizo que el país se sumiera en la violencia. Y según algunas versiones, el régimen está tomando medidas similares a las de 1988.
Irak – 30 de abril
Irak es otro país árabe en el que una elección está programada para los próximos meses. Un nuevo Parlamento será elegido el 30 de abril. El Tribunal Supremo iraquí allanó enormemente el camino al régimen actual, con una decisión no exenta de polémica que el verano pasado permitió que el actual Presidente iraquí, Nuri al- Maliki, opte a un tercer mandato. En un país donde el sectarismo es más clave que nunca y en el que, a pesar del silencio de los medios de comunicación, decenas mueren cada semana, una elección no parece ser el camino para lograr la estabilidad y otorgar a los iraquíes la oportunidad de prosperar de nuevo después de años – e incluso décadas – de represión y guerra.
A pesar de la creciente violencia y las protestas intermitentes en las que participan la mayoría de los sunitas, que se sienten marginados e incluso maltratados por el Gobierno, Al Maliki sigue contando con el apoyo de una no desdeñable proporción del electorado, y en particular con el de un socio clave como es Irán (junto con el de Bashar Al- Assad, que hoy en día no parece ser de gran ayuda). Hace casi un año, el 20 de abril de 2013, Irak celebró elecciones locales, la primera votación en el país desde que las tropas estadounidenses lo abandonaron definitivamente en diciembre de 2011. Una votación que se vio no obstante empañada por la violencia, que, pese a la opinión más extendida, no debe ser vista exclusivamente como una consecuencia de un efecto colateral de la guerra en Siria.
Líbano – mayo
Después del caos político en el que Líbano se ha visto sumido durante meses, un nuevo gabinete fue finalmente creado el pasado 15 de febrero. El nuevo ejecutivo tomó la forma de lo que se ha denominado “gobierno de interés nacional”, que ya ha redactado un muy esperado comunicado (en el que se reafirma en su responsabilidad de preservar la soberanía, independencia e integridad territorial del Líbano a través de todos los medios legítimos, y proclama el derecho de los ciudadanos libaneses a presentar resistencia frente la ocupación israelí, a responder a la agresión israelí y a liberar a los territorios ocupados del Líbano) que ha permitido que el Parlamento otorgue su confianza, garantizando así la inmunidad del Gobierno en caso de vacío en la Presidencia, algo que no es poco probable que suceda.
Ahora, un nuevo Presidente debe ser elegido, y la fecha límite que impone la Constitución para el voto se extiende teóricamente del 25 de marzo al 25 de mayo. Sin embargo, un dilema ronda las mentes de todos los políticos: ¿debe ampliarse el mandato del presidente Michel Suleiman por el bien de la estabilidad, o deberían ser convocadas unas elecciones por el bien de la democracia?
Siria – julio
En Siria, también está previsto que se celebre este año una elección presidencial. Aunque Bashar Al Assad técnicamente nunca ha sido elegido, ya que en la última ocasión (2007) simplemente fue “confirmado” por un 97 % de los sirios, ya ha anunciado en varias ocasiones que se presentará de nuevo a las elecciones – sus siete años de mandato finalizan en julio. Las últimas noticias en este sentido coincidieron con las declaraciones del enviado especial de la ONU Lakhdar Brahimi, que advirtió hace dos semanas que las elecciones podría envenenar las negociaciones de paz que ya se estancaron el mes pasado en Ginebra. Nadie espera que las elecciones sean libres o transparentes, pero será sin duda interesante ver tanto quién decide participar en la farsa como la forma en que la comunidad internacional (todos y cada uno de sus actores) vaya a reaccionar .
Egipto – otoño
Una elección presidencial también tendrá lugar en Egipto en otoño. En este caso, los resultados son el secreto a voces más popular del país. Después de una decisión clave como fue la dimisión del Gobierno del que era ministro de Defensa y de la reorganización del Ejército de la que era el jefe, todo el mundo esperaba ansioso a que el mariscal de campo Abdel Fattah al- Sisi anunciara su candidatura. Y lo hizo el 26 de marzo.
Su victoria más que segura (bien sea por aclamación popular o después de un amaño masivo al estilo de la era Mubarak), y a pesar de los puntos fuertes de su único rival (el socialista Hamdeen Sabbahi), representaría el último movimiento de un proceso que se inició el pasado 30 de junio (o incluso antes) en la que el Ejército ha recuperado el control completo del país (si es que alguna vez lo perdió), dejando tras de sí cientos de muertos, cientos de detenciones y una población más polarizada que nunca.
La represión (no sólo contra los Hermanos Musulmanes, sino también contra los que lideraron la Revolución en 2011), y sobre todo el miedo, han alcanzado niveles sin precedentes, y la desesperación se ha generalizado a la vista de una economía que se hunde (donde ingredientes vitales como el turismo y la inversión extranjera brillan por su ausencia), la creciente irrelevancia regional y la violencia ascendente. Vuelta a la casilla de salida, o incluso peor.
Túnez
Túnez , el país donde nació la “Primavera Árabe”, se ha convertido en una razón para creer en un futuro más brillante para la región, una vez que su Asamblea Constituyente aprobó un texto que es, según algunas versiones, más avanzada que algunas constituciones occidentales. La nueva Constitución prevé la construcción de un nuevo gobierno a finales de 2014. Una vez que una nueva ley electoral sea aprobada. Y los islamistas, el partido Ennahda, han sido en este caso lo suficientemente hábiles como para prever los peligros estar en el poder a lo largo de un proceso cuanto menos escabroso, y decidió apearse del poder para ser relevados por un gobierno tecnocrático. Todo el mundo espera que ganen en las próximas elecciones, aunque no todo el mundo cree que su mandato será fácil: Túnez tendrá que hacer frente a desafíos significativos, en particular en las esferas económica y social.
Una democracia incierta
Las elecciones por sí solas no deciden el futuro de un país, y mucho menos deciden el futuro de una región en la que la democracia nunca ha sido la norma. Su función consiste en permitir que el electorado legitime a quién ellos creen que tiene la mejor estrategia para su futuro. Los principales candidatos a la mayoría de los ocho elecciones han estado en el mundo de la política el tiempo suficiente como para saberlo. George Bernard Shaw dijo que “La democracia sustituye el nombramiento hecho por una minoría corrupta, por la elección debida a una mayoría incompetente.” Todo indica a que esta cita nunca ha sido más cierta que hoy en Oriente Medio.
Este artículo fue publicado el 28 de marzo de 2014.
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